martes, 25 de enero de 2011

Un pescador, una mercante, un mozo...


Un pescador de Varadero,
Me enseñó que la esperanza,
Al igual que la templanza,
Son valor imperecedero.

Que el trabajo dignifica,
Que el recelo solo mata,
Que más valor que la plata,
Tiene el hombre que fabrica.

Una mercante de Matanzas,
Me educó en la sonrisa,
En lo llano de la prisa,
En que el tiempo siempre alcanza.

Que la vida es un carnaval,
Que la muerte es transitoria,
Que la verdadera gloria,
Siempre está en el amar.

Un mozo de la Habana,
Me enseñó que la alegría,
Se fabrica cada día,
Al levantarse de la cama.
Que la paciencia es cimiento,
Para fabricar un sueño,
Que la verdad no tiene dueño,
Ni se descubre en un momento.

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